21 Jun Un mes con la Madre París: Claret el hombre apostólico, te dará la mano
En este mes de junio, la Madre París cumpliría 211 años.
Con ese motivo, cada viernes os contaremos algunos detalles de su vida contados por ella misma.
Las cosas no iban a ser así de fáciles. Claret había sido nombrado Arzobispo de Cuba y tenía que partir… Antes pudimos tener una breve entrevista él me aseguró que “no dudase que la obra se haría”.
Y para que confiara más en el Señor y no en los hombres, llega el permiso Real para profesar en la Compañía de María. Me angustié sobremanera ¿Qué hacer?2 la confianza se mezclaba con dudas interiores, angustias… por el temor a dejarme engañar por el mal espíritu… El discernimiento fue largo y doloroso, pero yo tenía la determinación profunda de hacer la voluntad de Dios. Finalmente, y en diálogo con mis acompañantes, decidimos que debía salir. Me siguió Florentina Sangler, movida por el deseo de pertenecer a esta nueva Orden.
Con mucho dolor salimos las dos y nos quedamos a vivir un tiempo en Tarragona. Se nos unieron tres jóvenes más. Las cinco decidimos hacer voto de no separarnos en la capilla de la Virgen del Claustro de la catedral de Tarragona, el 15 de Agosto de 1851. Considero que es el comienzo de aquella Orden Nueva que años atrás el Señor me había pedido y contiene en germen su más íntima esencia: la consagración, la unidad y la misión “Reuní a las jóvenes que había admitido, ofreciéndonos a Dios con voto de atravesar los mares e ir a cualquier parte del mundo sin hacer división entre nosotras, todo por amor de Nuestro Señor Jesucristo.”
Hasta que el 25 de marzo de 1852 me llega la noticia de Claret a través de Caixal “diciendo que ya podíamos ir… seríamos muy bien recibidas, que, aunque por de pronto él no podía fundarnos monasterio, pero que trabajando podríamos comer, y que Él nos prometía su protección, cierto de que cuanto hiciéramos sería del agrado de Dios”
Y después de muchas peripecias nos embarcamos hacia Cuba “por más dificultades que presentaba un viaje tan espantoso para una mujer nada me arredró, fiada siempre en la gracia de Dios que todo lo puede”.
Yo en este momento no sabía de Derecho Canónico solo sabía lo que Dios me había inspirado en aquella experiencia que os conté al principio: La Congregación nace en Santiago de Cuba, en conventos, de clausura, pero debían formar una sola familia con plena y absoluta unidad y solidaridad en todo, al mismo tiempo con un carisma evangelizador y una “madre primera” signo de unidad y comunión. Esto causó muchos problemas y mucho sufrimiento para su aprobación.
Pero ahí estaba Claret que nos prestó toda su ayuda, aunque en algunos momentos no estábamos de acuerdo, el contraste y la confrontación entre ambos hicieron que fuera apareciendo la luz… Y así el 25 de agosto 1855 Claret firmó el Decreto de fundación y el 27 de agosto, profesé en sus manos. Después las demás hermanas ya en mis manos. Y la orden nueva fue creciendo en Cuba y en España…Y respondiendo a la Misión que el Señor nos ha confiado. Vamos anunciando el evangelio, con el testimonio, en la educación cristiana y dando ejercicios. Y después de múltiples formas… hasta hoy.