ECO: domingo 30 de junio de 2024

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ECO: domingo 30 de junio de 2024

Lectura del Evangelio de Marcos 5, 21-32

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva». Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. 

Se encontraba allí una mujer que desde hacia doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: «Con sólo tocar su manto quedaré curada». 

Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: «¿Quién tocó mi manto?». Sus discípulos le dijeron: «¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?». Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. 

Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a los pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad». 

Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: «Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?». Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: «No temas, basta que creas». Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. 

Al entrar, les dijo: «¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme». Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: «Talitá kum», que significa: «¡Niña, yo te lo ordeno, levántate». En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer. 

 

Comentario:

VEN, PARA QUE VIVA

Me pongo a imaginar el lugar donde se sitúa este texto y oigo el rumor al entorno: una multitud de gente que aprieta, que distrae, se pone el medio de dos encuentros: Jesús y un padre que esta perdiendo su hija, y Jesús y una mujer enferma desde años. 

Dos situaciones de desesperación que buscan sin dudar la salvación: buscan a Jesús. 

Me atrae la firmeza de los dos que sin escuchar los otros tienen la mirada fija en Jesús. Pero también me gusta como Jesús vive la relación con cada uno. Un encuentro personal que nace de la fe. 

“Mi hija se está muriendo”, “Ven, Jesús, para que ella viva”. Dos mensajes contrapuestos: el que invita a la resignación y el que cree en la vida. Cuántas veces nos encontramos en esta situación y nos quedamos tristes, incapaces de creer y elegir la vida. Cuántas veces nos sentimos enfermos como la mujer que perdía sangre, perdemos fuerzas… Las cosas no cambian desde hace años. Yo no cambio pero Él me mira, me busca en el medio de mi pensamientos y me da vida. 

En el caos de cada día, Jesús me invita al encuentro personal con Él y entiendo que no siempre necesito un espacio solitario. Tengo que aprender a buscarlo también dentro del rumor que habita mi espacio. 

¿Me siento más atraída por los mensajes de resignación o busco la vida en mis opciones diarias?
Dale nombre a la multitud interior que te impide buscar a Jesús. 

Stefania Vannozzi RMI