10 Ene ECO: domingo 14 de enero de 2024
Evangelio de Juan 1, 35-42:
“En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)»”.
Comentario:
¡DISCÍPULO, TOMA TU PULSO!
El lector, según el latido de su corazón, puede contemplar la frase o el verbo que más le toca. A mí personalmente, este fragmento del Evangelio me invita a tomar el pulso de mi vivencia de ser discípulo.
Observamos futuros apóstoles de Jesús. En esta escena evangélica les acompañan siguientes verbos: fijándose en Él, le siguieron, le preguntaron, fueron, vieron, han encontrado a Mesías, se quedaron con Él.
Me surgen varias preguntas:
¿Cómo es mi seguimiento de Jesús?
¿Hoy tengo el mismo fervor y la rapidez en expresar mi fe y en reconocer en Jesús el Cordero de Dios?
¿Sigo teniendo ganas de conocer donde vive Él o lo doy por supuesto?
Te deseo a ti y me deseo a mí que tengamos siempre la lengua y el oído del discípulo para ensanchar nuestra capacidad de aprender lo que Él nos quiera enseñar.
“El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo,
para saber dar al cansado una palabra de estímulo.
Por la mañana estimula mi oído
para que escuche como un discípulo.
El Señor Dios me ha abierto el oído
y yo no me he rebelado,
ni le he vuelto la espalda ”
(Is 50, 4-5)
Agnieszka D. Zagajewska
Misionera Claretiana