¿Por qué somos Religiosas de María Inmaculada?

Inmaculada Claretianas

¿Por qué somos Religiosas de María Inmaculada?

La presencia de María Inmaculada nos viene desde los orígenes a través de ambos Fundadores y permanece viva en nosotras hasta el día de hoy.

Mª Antonia ha experimentado en su vida la existencia de unas leyes injustas que le han impedido profesar. En la experiencia inicial, descubre que el mal no sólo está fuera, sino lo que es más grave todavía, el mal está también dentro, en la Iglesia misma. Ahí está el origen de nuestra Fundación (Aut. 7).

Y Claret también descubre como María Inmaculada, Nueva Eva, y su descendencia victoriosa contra el mal, le van a acompañar en su lucha apostólica. El mal no sólo está dentro, también fuera. María entra así en la espiritualidad del Padre Fundador no sólo como su formadora, sino también como la fuerza de su brazo omnipotente que lo arroja como saeta encendida contra el mal (cf. Aut. 270).

El amor a la Virgen está entrañado en nuestro ser. María es la gran “señal” palabra que nos evoca de inmediato el texto de Apocalipsis 12 “una gran señal en el cielo, una mujer…” (12,1) y… “otra señal un dragón rojo” (12,3) que le hace frente que nos indica la presencia del mal y la lucha contra el mal que tan bien comprendieron nuestros Fundadores y experimentaron en su propia carne.

La Inmaculada es misterio activo de lucha contra todo lo que se opone al Reino de Dios. Expresa la misteriosa lucha de Dios contra el mal y la llamada que Él nos hace para colaborar con gozo y esperar que el bien y la vida tengan la última palabra sobre el mal y la muerte.

Mª Antonia quiso que viviéramos con especial fuerza esta llamada, como mujeres libres y liberadas por la fuerza de Dios; mujeres que generan vida y dan a luz la vida aunque los dragones estén esperando esas semillas de vida para destruirlas… (cf. Apc. 12, 3ss).