24 Mar Domingo de Ramos: una alegría contradictoria
Seis días antes de la solemnidad de la Pascua, cuando Jesús subía a Jerusalén, salió a su encuentro la gente, y los niños que Jesús había acogido en otros momentos le aclamaban gritando: “Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor, Hosanna en las alturas”.
Tres días más tarde, los mismos dirán: “¡crucifícale!” “¡crucifícale!” “¡crucifícale!”…
¿En qué quedamos…?
El himno de Filipenses nos da la clave para entender lo que celebramos: la pasión y la muerte es el punto más bajo de todo un camino de abajamiento de Jesús que por amor y solidaridad con nosotros no se aferra a su condición divina, sino que se hace siervo para tomar nuestra condición de esclavos hasta llegar a la muerte y muerte de Cruz.
Quien así actúa no queda aplastado por la muerte, sino que alcanza la vida en plenitud. Esta es la gran paradoja que iremos viviendo en estos días en los que percibiremos la grandeza y la gloria de Jesús en su capacidad de servicio, de perdón, de obediencia al Padre hasta el final.