07 Abr Viernes Santo 2023
ESCUCHAR CADA PALABRA (Jn 18,1 -19,42)
La Cruz, signo de sufrimiento y muerte, es anticipo de luz y resurrección, lugar de contemplación y escucha del crucificado.
En la Cruz, roto, con un hilillo de vida que se te escapa, sigues perdonando y disculpando: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”
Compartes la cruz, con todos los crucificados de la tierra que, como tú, son inocentes. Sin embargo, los que hoy, comparten la cruz contigo sí son malhechores. Uno de ellos te “roba” el corazón con su mirada suplicante y tú le prometes: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”
María está al pie de la cruz, junto con el discípulo a quien Jesús amaba y algunas mujeres… La que era tu madre, es decir tu origen, ahora la ves como origen de la nueva comunidad que nace de la cruz. El encargo a la madre y al discípulo, se hace en términos de mutuo reconocimiento: «He ahí a tu hijo… he ahí a tu madre…». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa, en el «hogar», el lugar de la vivencia familiar y afectiva entrañable.
Y en este momento supremo, te sigues encomendando al Padre con un grito en la noche más oscura de la historia: “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?” Y el Padre sufre contigo y te acompaña en este momento supremo.
“Tengo sed, todo está cumplido, inclinando la cabeza entregó el Espíritu…”
Y se hizo un silencio todavía más denso si cabe…