04 Mar ECO: Domingo 5 de marzo de 2023
«Vámonos a ver en TU HERMOSURA AL MONTE,
es decir: transfórmame y aseméjame
en la hermosura
de la sabiduría divina»
(S. Juan de la Cruz, Canción 36)
Evangelio (Mateo 17, 1-9):
Seis días más tarde llamó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada. Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol, sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: —Señor, ¡qué bien se está aquí! Si te parece, armaré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa les hizo sombra y de la nube salió una voz que decía: —Éste es mi Hijo querido, mi predilecto. Escuchadle. Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces temblando de miedo. Jesús se acercó, los tocó y les dijo: —¡Levantaos, no temáis! Alzando la vista, no vieron más que a Jesús solo. Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó: —No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que este Hombre resucite de la muerte.
Comentario:
El domingo anterior -I de Cuaresma- nos conducía y adentraba en el DESIERTO, como el ámbito que instantáneamente nos trae las connotaciones de SOLEDAD, SILENCIO… ¡a veces, OSCURIDAD! En la experiencia interior de fe, todo lo anterior nos comunica el hacer secreto del Espíritu Santo, que, en el silencio vivo, acogido personal y libremente…, se va transformando en VIGILANCIA, ATRACCIÓN, ESPERA…deseo continuo de Dios.
Este domingo – II de Cuaresma- aparentemente nos parece contrario, o al menos distinto…Y, no, no…LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS EN EL MONTE TABOR es el «resultado dinámico, exterior, luminoso de la acción transformadora del mismo Espíritu que llevó a Jesús al desierto.
Hoy nos resuenan las palabras vivas de: LUZ, RESPLANDOR, MANIFESTACIÓN DE ACOGIDA AMOROSA DEL PADRE AL HIJO: » ESTE ES MI HIJO, EL AMADO, MI PREDILECTO…»
Sí, el escenario vital exterior cambia: desierto…cumbre; soledad…acompañamiento (Elías, Moisés…); tentación……….manifestación de apoyo; oscuridad……luz; …/…./…./
Más, en la raíz profunda está y actúa, el Padre en el Hijo, en nosotros en mí. La radical acogida de esta «invasión» de Dios, por parte de cada uno, es sin duda gracia, don.
Hoy un día más, como cada momento de nuestra vida es el instante adecuado para la oración humilde, constante esperanzadora: «Yo no puedo…Contigo lo que tú desees…» GRATUIDAD DE DIOS y PETICIÓN NUESTRA.
Oración:
«Altísimo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón,
y dame FE recta, ESPERANZA cierta y CARIDAD perfecta,
sentido y conocimiento, Señor, para cumplir tu santo y veraz mandamiento,
el de TU HERMOSO Y GRAN AMOR.»
(S. Francisco de Asís).