30 Ago ECO: Domingo 3 de septiembre de 2023
Evangelio de Mateo 16, 21-27:
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta».
Comentario:
¿TÚ COMO PIENSAS?
Ante las situaciones que la vida te presenta, pregúntate: ¿Cómo pienso? ¿Cómo los hombres o como Dios? Sin lugar a duda “como los hombres”, como le ocurrió a Pedro. Y ¿dónde dejamos el pensamiento de Dios?
El evangelio de este domingo nos presenta un contraste con el evangelio del domingo anterior. Si el domingo pasado Jesús destacaba la profesión de fe de Pedro y le invitaba a “ser la roca” donde edificar la Iglesia. Hoy se nos muestra, de nuevo, la fragilidad de Pedro. Cuando Jesús le dice que: “Él deberá sufrir, ser asesinado y resucitar”, Pedro es capaz de llevar a parte a Jesús, reprenderle y cuestionarle. Ante esta situación, Jesús reprende a Pedro con unas durísimas palabras: ¡Ponte detrás de mí, Satanás!, eres para mi piedra de tropiezo, porque tu piensas como los hombres no como Dios.
Cuantas veces somos obstáculo, piedras de tropiezo para los planes de Dios en nuestra vida. Aquí está la gran paradoja: Podemos ser, a la vez, piedras sólidas y piedras de tropiezo. Si somos piedras de tropiezo, quiere decir que nos queda mucho en el seguimiento de Jesús. Todos sabemos que no es un camino fácil, que exige cargar con la cruz, renuncias… Y esto no está de moda. Se nos invita a no caer en la tentación de querer seguir a Jesús sin cruz. Por experiencia, todos sabemos que no hay un verdadero camino del amor sin el sacrificio de uno mismo.
El Evangelio te invita a tomar conciencia de que ser cristiano es caminar contracorriente y en subida; es salir de tu egocentrismo (“El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará”). Solo cuidarse, realizarse a si mismo, conduce a perderse y a llevar una existencia triste e infecunda. Gastar los propios talentos, las energías y el tiempo en lo demás te llevará a una vida plena y alegre.
Que hoy Jesús ponga en nuestros corazones el deseo de buscarle y que nos haga comprender que lo mejor que podemos ofrecerle es poner toda nuestra vida al servicio de su Proyecto y voluntad.
Beatriz Mª Pereiro Acevedo