19 Jul ECO: domingo 23 de julio de 2023
Evangelio de Mateo 13, 24-43:
Les contó otra parábola: “El reino de los cielos es como un hombre que sembró semilla buena en su campo. Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. Cuando el tallo brotó y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Fueron entonces los sirvientes y le dijeron al dueño: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿De dónde le viene la cizaña?”. Les contestó: “Un enemigo lo ha hecho”. Le dijeron los sirvientes: “¿Quieres que vayamos a arrancarla? Les contestó: “No, porque, al arrancarla, van a sacar con ella el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Cuando llegue el momento, diré a los cosechadores que arranquen primero la cizaña y en atados la echen al fuego y que luego recojan el trigo y lo guarden en mi granero”.
Después, despidiendo a la multitud, entró en casa. Se le acercaron los discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña”. Él les contestó: “El que sembró la semilla buena es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la Buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los súbditos del Maligno; el enemigo que la siembra es el Diablo; la cosecha es el fin del mundo; los cosechadores son los ángeles. Como se junta la cizaña y se echa al fuego, así sucederá al fin del mundo: El Hijo del Hombre enviara a sus ángeles que recogerán de su Reino todos los escándalos y los malhechores, y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces, en el reino de su Padre, los justos brillarán como el sol. El que tenga oídos que escuche”.
Comentario:
¿QUÉ ABUNDA MÁS EN MI VIDA: EL TRIGO O LA CIZAÑA?
¡Qué buena parábola para definir lo que somos los seres humanos y, al mismo tiempo, la manera como Dios respeta nuestra libertad!
Efectivamente, los seres humanos somos criaturas creadas por Amor y desde el Amor. Pero en cada uno de nosotros conviven el bien y el mal. A veces, el mal llega a nuestras vidas, nos afecta y provoca sufrimiento. Y a veces, somos nosotros mismos, de manera consciente o inconsciente, los que lo provocamos a nosotros mismos o a los demás. Es la consecuencia de haber recibido el don de la libertad por parte de Dios.
Somos seres tan frágiles que, aunque vayamos progresando en nuestro proceso de maduración personal y de fe, muchas veces nos proponemos no volver a caer en las mismas cosas dañinas y, al final, terminamos cayendo de nuevo. Muchas veces este mal que hacemos es consecuencia de las mismas heridas que tenemos. Por eso estoy convencida de que, lo importante, es ser CONSCIENTES, no engañarnos, no buscar excusas, sino más bien reconocer que la cizaña está en medio de nosotros. Es el primer paso que nos ayuda a poner los medios necesarios para que la cizaña tenga cada vez menos fuerza que el trigo.
Y en todo esto, Dios, que nos conoce mejor que nadie, respeta nuestra libertad y nos tiene infinita paciencia, misericordia y bondad. Sigue confiando en que cada día podemos llegar a ser más responsables, más conscientes, más capaces de continuar la obra comenzada por Jesús, amando como El y engendrando vida cada día, como nos dice san Pablo, con la gracia y la fuerza de su Espíritu Santo.
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana