ECO: domingo 21 de mayo de 2023

Eco del domingo 21 de mayo de 2023

ECO: domingo 21 de mayo de 2023

VII Domingo de Pascua 

La Ascensión del Señor

 

Evangelio de Mateo 28, 16-20:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. 

Acercándose a ellos, Jesús les dijo: 

—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. 

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. 

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». 

 

Comentario:

“Sabed que estoy con vosotros SIEMPRE”. 

“Sed mis testigos. Sabed que estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.” Es el Evangelista Lucas quien después de estas palabras nos narra la Ascensión de Jesús, su regreso a la gloria del Padre, como Dios y como hombre. 

El texto habla de lejanía, “lo vieron desaparecer en la nube y se quedaron mirando a lo alto, no había tristeza en sus corazones sintieron que se intensificaba su presencia y se llenaron de gozo y entusiasmo. 

En mi reflexión recordaba que, así como el Pueblo de Israel pasó el desierto hasta llegar a la tierra prometida, Jesús finalizaba su éxodo pascual de cuarenta días de apariciones y enseñanzas para ir al Padre. La Ascensión es un momento más del único misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús. Es punto de partida para comenzar a ser testigos y anunciadores de Cristo glorificado que volvió al Padre y está sentado a su derecha.  

Jesús se va, pero se queda… Él nos lo asegura. “Yo estaré con vosotros hasta el fin”. Esta partida no es una despedida, Él es “Dios-con-nosotros” y sigue estando en el pueblo, en los pobres, los débiles, los que sufren, en los que ríen, en los que lloran… en todos. Él se queda por medio de su Espíritu, donde quiera que la gente se reúna en su nombre, está presente en los que creemos en su Palabra y dejamos que ella actúe interiormente en nosotros y en los otros.  

No temamos: su promesa es hasta el fin de los tiempos y está aquí y ahora invitándonos a ser, su figura, su rostro de pobreza y misericordia, su corazón abierto al hermano, su mano caritativa, su sonrisa acogedora, su fuerza; a vivir la comunión en la verdad, la sinodalidad en el amor renovando la humanidad y la creación. 

Estamos llamados a ser testigos y anunciadores de Cristo glorificado, del Dios con nosotros. Que así sea. 

Luisa Emilia Argañaraz