
16 Sep ECO: domingo 17 de septiembre de 2023
Evangelio de Mateo 18, 21-35:
“En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?
Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: «Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.» Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: «Paga lo que debes.» Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: «Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.» Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano”.
Comentario:
El evangelio de hoy nos presenta un tema delicado y difícil, pero esencial.
En el contexto evangélico del perdón de las ofensas, Pedro propone una solución que podía parecer demasiado generosa: “…y si mi hermano me sigue ofendiendo, ¿cuántas veces lo tendré que perdonar? ¿hasta siete veces?”
Jesús le responde: “Siete veces no, hasta setenta veces siete”.
Imposible de entender para la razón humana y más difícil aún de practicar. La parábola viene en nuestra ayuda. Jesús nos muestra un Señor que se conmueve ante las súplicas del empleado deudor y le perdona toda su deuda, ¡que era enorme!
En la segunda parte de la parábola, Jesús nos descubre algo todavía más a sombroso. Dios no sólo condona nuestra deuda, sino que quiere hacernos libres y participes de su Vida.
¿Por qué condena el amo al siervo malvado? Porque, a pesar de haber experimentado su inmenso perdón, quiere ahogar a su compañero por algo mucho menor.
Para los que somos discípulos de Cristo no puede haber enemigos, porque escuchamos de labios del Maestro ante los que lo mataban: “no saben lo que hacen”. Cuánto menos podremos pretender ahogar la vida de aquellos que nos ofenden con maldad o nos causan heridas aún sin ser conscientes de ello…
¿Cómo responder con orgullo a los pecados y debilidades ajenas, cuando rezamos cada día “perdónanos como nosotros perdonamos”? Preguntémonos en este día si sabemos perdonar de corazón.
Así es nuestro Dios, no hay deuda que sea más grande que su amor.
Oración
Señor, danos tus ojos para mirar con amor a cada ser humano, para superar sentimientos de ira, de venganza y división que pueden hacer irrespirables nuestros ambientes y matar la comunión. Haznos servidores de la Vida. Que con la fuerza de tu Espíritu podamos caminar junto con toda la humanidad por sendas de verdad, de justicia y de perdón. ¡Venga a nosotros tu Reino de Amor!
Mª Cristina Ruberte