13 Nov Fiesta de Mª Patrocinio Giner
Mª Patrocinio Giner nació en Tortosa (Tarragona) el 4 de enero de 1874, hija de D. Joaquín Giner y Dña. Salvadora Gomis, vecinos de Carcaixent. Pero cuando ella nació estaban desplazados a Tortosa por motivos de la profesión de su padre.
Fueron 14 hermanos, pero solo sobrevivieron 7. Fue Bautizada en la Iglesia Parroquial del Santo Cristo del Sagrario de la Catedral de Tortosa se le impusieron los nombres de Mª Cinta Asunción.
A los 6 años inicia su educación como alumna interna en el Colegio Mª Inmaculada de Carcaixent (Valencia). A los 18 años, el 3 de marzo 1892, entra en el que había sido su colegio como religiosa de María Inmaculada Misionera Claretiana. El día de su profesión le cambiaron el nombre por María Patrocinio, una costumbre muy bonita que nos evoca otros cambios de nombre Bíblicos como el de Abraham y como a Saulo de Tarso… significando que iniciaban un nuevo camino de Misión. Ella así comenzó un nuevo camino y fue enviada a la Misión de evangelizar a través de la Educación. Primero en el mismo lugar donde ella se educó y más tarde en Puerto de Sagunto. De donde tuvo que salir, cuando comenzó la República y regresó a Carcaixent.
De ella decían sus alumnas que educaba con dedicación y amor. Trataba a todas con cercanía, respeto, cariño y ternura. Bondadosa, paciente, sencilla, humilde y de enorme serenidad. De gran delicadeza en el trato con todos.
Cuando se inició la guerra, las hermanas de Carcaixent se tuvieron que dispersar y ella fue a la casa de unas antiguas alumnas. Allí fue detenida el 13 de noviembre de 1936. Esa misma noche la llevaron al “Portichol” (Pinar de los frailes) y fusilada junto a una de sus hermanas de otra Congregación y varias personas más, murió perdonando a sus asesinos.
María Patrocinio Giner Gómis fue una mujer que hizo el viaje más apasionante que puede hacer una persona: el viaje al centro de su vida. El viaje a allí donde confluyen todas las dimensiones de una misma que le dan unidad y la hacen única e irrepetible. Es el punto de encuentro con el Espíritu del Señor Jesús.
Vivió su vida desde ese centro y en él se encontró con el Señor de la Vida para siempre.