
13 Jun Invisibilizar a un familiar · Acompasando
El pobre puede ser un vecino, un compañero o un familiar al que hacemos invisible, al que no le vamos a prestar ninguna atención porque no nos puede aportar nada. Sin embargo ¡cómo hablamos de los parientes ricos, famosos o que tienen un cargo importante!
Apunta Adela Cortina que es aporofobia: “rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre” y pobre es aquel que no nos interesa para nada… Continúa: “son todos los seres humanos, y esto tiene raíces cerebrales, pero también sociales que se pueden y se deben modificar”. ¿Cómo podemos cambiar? Nos relacionamos con clichés, creando una idea estereotipada de las personas con nuestros juicios y prejuicios y vamos perdiendo de vista al ser humano que es.
Para Simon Weil, “la mente debe vaciarse de todo contenido propio para recibir al ser que se está mirando tal como es, en toda su verdad” y “sólo puede hacer eso quien es capaz de la atención, que consiste en suspender el pensamiento para dejarlo disponible, vacío y penetrable al objeto”. Propone una “purificación de la inteligencia, una liberación de todo prejuicio necesaria para captar los matices de la realidad”.
Cierra los ojos, concéntrate en la respiración, déjala fluir libremente… imagina que estás en casa y llaman a la puerta, abres y te encuentras a una persona… que quiere ser feliz como tú, que ha sufrido como tú, que tiene la necesidad de ser querido como tú, que lucha por conseguir una vida mejor como tú, que tiene limitaciones y es frágil como tú, que tiene cualidades y talentos como tú, que se equivoca como tú, que ha tenido aciertos y logros como tú… observa, mirándola así: ¿cómo te sientes?
Es el camino de estar presente atendiendo a quien se mira, más allá de los juicios y prejuicios, y descubrir la familiaridad que nos hace semejantes y que, despierta la compasión instintiva. ¡Te invito a que lo compruebes y practiques… con diferentes personas!
Por Carmen Jalón